martes, 22 de enero de 2013

LUZ

Nunca estuvimos destinados a ser, pero fuimos, no planeamos amarnos por mil amaneceres y despedirnos con lágrimas y suspiros, pero lo hicimos. Mi odio a las centrales de autobus lo debo a tus ojos, al dolor terrible que me sentía al partir y tener que dejarte; tus ojos siempre fueron tu mejor lenguaje y el mejor medio para desarmarme. Siempre quedó un hueco enorme con cada partida, sentía que te faltaba, tus ojos me lo decían. Pero tu boca me regalaba una sonrisa y un hasta pronto, 2 no me olvides en la comisuras de los labios y muchos te amo en la lluvia que caía sobre tu rostro. Invariablemente el caos reclamaba potestad sobre tu mente y entonces acudías a mi sonrisa, a los días llenos de alegría viendo nuestros rostros en el cielo desde una nube de alquiler. El paraíso abría sucursal en cualquier sitio, la ciudad era nuestra hasta que la oscuridad te reclamaba... Por eso me cambiaste el nombre, por eso para ti soy Luz, la luz, tu luz, ese pequeño pedacito de esperanza, ese copito de nieve que seguías y que te regresaba a la senda, que te sacaba de la oscuridad. Un día creí que no salvaría a nadie, que no sería Beatriz. Hoy me recordaste que no es así.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Nunca se está destinado, nunca hay plan, pero sucede, y la despedida sobreviene y abre los ojos, esos ojos que dicen todo cuando se tiene que partir, cuando el autobús anuncia su salida.

Lo que existe es el viaje, ese soñar muy adentrado, que se encuentra allá, donde las palabras y los pasos ya no corren prisa.

Sahur Spinozza dijo...

Querer grabar en los sueños eso que no va a ser y ayudarte con esa imagen para llegar al siguiente puerto, a la siguiente puerta, a la próxima vez, esa que sabes que no llegará.