jueves, 24 de marzo de 2011

Ayer dormí desnuda, en una cama que podría parecer vacia, pero que si bien, si esta un poco más ancha, esta llena de mi y como esta llena de mi, por consiguiente, algo hay de ti también en ella, y es que al sentir la frialdad de las sabanas que se adhieren a mi piel recordé tu esencia, tu frialdad, tan característico en tí, ese frío glaciar en la mirada y los globulos rojos cubiertos de una escarcha que nunca pude fundir, divago entre las frases dichas, las no dichas, lo que vi en tus ojos y lo que nunca te escuché decir con los oidos pero si con el corazón, me pierdo en los recovecos de una historia inconclusa, todo eso mientras dejo que el alcohol ingerido minutos antes se apodere de mi mente y cumpla se beatífica función, la embriaguez, la desbordante sensación de total abandono que sigue a mis solitarias vigilias, las madrugadas que se hacen eternas y que Morfeo, como amante celoso, reclama para si y a cuyos brazos me ha hecho volver solo con la ayuda de Dionisio, y entre la desnudez, la embriaguez y el regreso forzado al antiguo dueño de mis noches, una parte de mi aún te espera al borde del insomnio, la otra, a la otra no le he preguntado